Mi nombre es Maria del Pilar Martinez y soy Licenciada en Psicología, egresada de la Universidad de Buenos Aires. 

Durante los primeros años de mi trayectoria profesional, orienté mi práctica dentro del ámbito educativo, sosteniendo procesos de inclusión escolar. Comencé mi recorrido como Acompañante Externa, diseñando e implementando estrategias orientadas a promover aprendizajes significativos en las áreas social, académica y conductual con el objetivo de facilitar la integración de niños con discapacidad en Escuelas de Educación Común. 

En 2019, asumí el rol de Coordinadora en el área de Integración Escolar de APAdeA (Asociación Argentina de Padres de Autistas), colaborando en la supervisión de equipos de trabajo y en la formación de nuevos profesionales a través de la transmisión de herramientas propias del enfoque cognitivo-conductuales (TCC). Esta experiencia, fortaleció mi capacidad de articulación con las familias, instituciones educativas y profesionales de la salud, profundizando mi comprensión sobre la importancia de una red interdisciplinaria sólida en el  acompañamiento del desarrollo infantil. 

Paralelamente, inicie mi práctica clínica con niños y adolescentes desde un enfoque Cognitivo- Conductual.

Este recorrido inicial, centrado en la primera infancia, me permitió adentrarme en la complejidad del desarrollo subjetivo, las dinámicas familiares, la conformación de los primeros vínculos y los desafíos que surgen en los primeros años de vida. Todo ello fue delinenando mi posterior orientación clínica que, actualmente, se centra en el trabajo terapeútico con personas adultas. 

Como profesional, concibo la clínica como un espacio de escucha, contención, donde el malestar pueda alojarse en un lugar seguro y resignificarse. Mi intención como psicóloga es acompañar, desde una escucha empática, a lo largo de un proceso personal que, muchas veces, se transforma en un “viaje” profundo y doloroso a nuestras zonas más vulnerable. Lograr, desde una perspectiva integradora, motivar a los pacientes a reencontrase con aquellas partes de sí mismos que han quedado ancladas en algún período de su historia, heridas emocionales que, al no ser sanadas, hacen eco y se filtran en el presente, empujándolos al incansable camino de la repetición.

La posibilidad de crecer en este camino consiste en escucharse, conocerse e identificar estos patrones arraigados y así, construir una versión adulta más consciente, saludable y amable con uno mismo. Mi tarea se fundamenta en el compromiso y en el respeto por la singularidad de cada recorrido y, en la convicción, de que el lazo terapeútico pueda funcionar como motor y apoyo para dicha transformación.